¡Alégrate,
el Señor está contigo!
EVANGELIO DEL DÍA
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68
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Domingo,
30 de enero de 2022
DOMINGO 4º
DURANTE
EL AÑO
Jeremías 1, 4-5. 17-19 / 1 Corintios 12, 31-13, 13
/ Lucas 4, 21-30
Salmo Responsorial Sal 70, 1-4a. 5-6ab. 15ab. 17
R/. "Mi boca, Señor; anunciará tu salvación"
Santoral:
Santa Batilde y
San Lesmes,
San Fulgencio
de Ruspe,
Santa Jacinta de Mariscotti
LECTURAS DEL DOMINGO 30 DE ENERO DE 2022
DOMINGO 4º DURANTE EL AÑO
Te constituí profeta para las naciones
Lectura del libro del profeta Jeremías
1, 4-5. 17-19
En tiempos del rey Josías,
la palabra del Señor llegó a mí en estos términos:
Antes de formarte en el vientre materno, Yo te
conocía;
antes de que salieras del seno, Yo te había
consagrado,
te había constituido profeta para las naciones.
En cuanto a ti, cíñete la cintura,
levántate y diles
todo lo que Yo te ordene.
No te dejes intimidar por ellos,
no sea que te intimide Yo delante de ellos.
Mira que hoy hago de ti
una plaza fuerte,
una columna de hierro,
una muralla de bronce,
frente a todo el país:
frente a los reyes de Judá y a sus jefes,
a sus sacerdotes y al pueblo del país.
Ellos combatirán contra ti,
pero no te derrotarán,
porque Yo estoy contigo para librarte.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
70, 1-4a.
5-6ab. 15ab. 17
R.
Mi boca, Señor; anunciará tu salvación.
Yo me refugio en ti, Señor,
¡que nunca tenga que avergonzarme!
Por tu justicia, líbrame y rescátame,
inclina tu oído hacia mí, y sálvame.
R.
Sé para mí una roca protectora,
Tú que decidiste venir siempre en mi ayuda,
porque Tú eres mi Roca y mi fortaleza.
¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío!
R.
Porque Tú, Señor, eres mi esperanza
y mi seguridad desde mi juventud.
En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre;
desde el vientre materno fuiste mi protector.
R.
Mi boca anunciará incesantemente
tus actos de justicia y salvación,
Dios mío, Tú me enseñaste desde mi juventud,
y hasta hoy he narrado tus maravillas.
R.
Ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el
amor;
pero la más grande es el amor
Lectura de la primera carta del Apóstol
san Pablo a los cristianos de Corinto
12, 31-13, 13
Hermanos:
Aspiren a los dones más perfectos. Y ahora voy a
mostrarles un camino más perfecto todavía.
Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres
y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una
campana que resuena o un platillo que retiñe.
Aunque tuviera el don de la profecía y conociera
todos los misterios y toda la ciencia, aunque
tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar
montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque
repartiera todos mis bienes para alimentar a los
pobres y entregara mi cuerpo para hacer alarde, si
no tengo amor, no me sirve para nada.
El amor es paciente, es servicial; el amor no es
envidioso, no hace alarde, no se envanece, no
procede con bajeza, no busca su propio interés, no
se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no
se alegra de la injusticia, sino que se regocija
con la verdad.
El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo
espera, todo lo soporta. El amor no pasará jamás.
Las profecías acabarán, el don de lenguas
terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra
ciencia es imperfecta y nuestras profecías,
limitadas. Cuando llegue lo que es perfecto,
cesará lo que es imperfecto.
Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía
como un niño, razonaba como un niño, pero cuando
me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño.
Ahora vemos como en un espejo, confusamente;
después veremos cara a cara.
Ahora conozco todo imperfectamente; después
conoceré como Dios me conoce a mí.
En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe,
la esperanza y el amor, pero la más grande de
todas es el amor.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Jesús, como Elías y Eliseo,
no es enviado solamente a los judíos
a
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas
4, 21-30
Después que Jesús predicó en la sinagoga de
Nazaret, todos daban testimonio a favor de El y
estaban llenos de admiración por las palabras de
gracia que salían de su boca. y decían: «¿No es
éste el hijo de José?»
Pero Él les respondió: «Sin duda ustedes me
citarán el refrán: "Médico, sánate a ti mismo".
Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que
hemos oído que sucedió en Cafarnaúm».
Después agregó: «Les aseguro que ningún profeta es
bien recibido en su tierra.
Yo les aseguro que había muchas viudas en Israel
en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y
seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre
azotó todo el país. Sin embargo, a ninguna de
ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de
Sarepta, en el país de Sidón. También había muchos
leprosos en Israel, en el tiempo del profeta
Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino
Naamán, el sirio».
Al oír estas palabras, todos los que estaban en la
sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo
empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar
escarpado de la colina sobre la que se levantaba
la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero
Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su
camino.
Palabra del Señor.
Reflexión
LA UNIVERSALIDAD DEL ESPÍRITU DE JESÚS
1.-
Todos expresaban
su aprobación y se admiraban de las palabras de
gracia que salían de su boca. Y decían: ¿No es
este el hijo de José?
Esta actitud de los paisanos de
Jesús, en Nazaret, admirándose del hecho de que
Jesús precisamente por ser un paisano de ellos no
pueda decir palabras de gracia, palabras
maravillosas, debe hacernos pensar. Probablemente,
alguna vez también algunos de nosotros hemos
pensado que una determinada persona, de origen
humilde y sin formación especial, pueda decir
cosas importantes, cosas que nosotros deberíamos
considerar y tener en cuenta. Debemos considerar
las palabras y los hechos de los demás por el
valor que tienen en sí mismas, no por la
importancia social, religiosa, o política del que
las dice. Tampoco debemos caer en el extremo
contrario: pensar que una persona, por el hecho de
ser una persona importante, en lo social, en lo
político, o en lo religioso, vaya a decir siempre
cosas importantes y que nosotros tenemos que tener
en cuenta. Debemos dar más valor al hecho de que
una persona sea buena y sincera, que al hecho de
su origen social, o importancia religiosa y
política. Porque una persona buena y sincera es
seguro que nunca va a querer engañarnos, sino todo
lo contrario: tratará siempre de ayudarnos y
buscará nuestro bien.
2.-
Otro punto
importante de las palabras que se nos dicen en
este relato evangélico, según san Lucas, es el de
la universalidad del Espíritu de Jesús.
Jesús les dice a los de su pueblo que se fijen en
el hecho de que Dios envió a los profetas Elías y
Eliseo a atender a dos personas que no eran
judías: la viuda de Sarepta era de Sidón y Naamán
era sirio. Para el Dios de Jesús no tiene más
valor una persona por ser judía, que por ser
extranjera. Precisamente, fueron estas palabras de
Jesús las que más enfurecieron a sus paisanos de
Nazaret, hasta el punto de que, precisamente por
estas palabras, echaron a Jesús del pueblo y
quisieron despeñarlo, monte abajo. En estos
tiempos, en que aquí en España y en otros países
del mundo se habla tanto del peligro de recibir a
tanto emigrante, debemos tener en cuenta esto:
para nosotros, los españoles, una persona no es
menos importante por el simple hecho de que no sea
español. El derecho a la inmigración,
evidentemente, debe ser regulado, pero nunca
negado. Yo recuerdo que, por los años 70, cuando
había tantos emigrantes españoles en Alemania,
defendíamos con todos los medios a nuestro
alcance, nuestro derecho a la emigración. Los
cristianos debemos atender y ayudar a todas las
personas que podamos, sean de la nación que sean.
Que nuestro espíritu cristiano sea siempre un
espíritu universal, como lo fue el Espíritu de
Jesús de Nazaret.
3.-
Antes de formarte
en el vientre, te elegí, te constituí profeta de
las naciones. Tú cíñete los lomos: prepárate para
decirles todo lo que yo te mande. Lucharán contra
ti, pero no podrán, porque yo estoy contigo para
librarte. El
profeta bíblico es una persona que habla en nombre
de Dios, está inspirado por Dios. Más de una vez
tiene que decir al pueblo cosas que no les gusta y
hasta podrán perseguirlo y maltratarle para que se
calle. Pero él prefiere sufrir y hasta morir, si
llega el caso, antes que callarse. Así lo hizo el
profeta Jeremías, de quien es el texto que
acabamos de leer en la primera lectura. Todos los
cristianos debemos sentirnos profetas del
evangelio de Jesús, cumplirlo, predicarlo y
proclamarlo, aunque a veces nos cueste el
desprecio o la persecución de algunos personajes
importantes en lo político, en lo social o en lo
religioso, a los que las verdades del evangelio
les obligarían a cambiar de opinión y de conducta.
El profeta Jeremías, de hecho, tuvo que huir de su
patria y murió en el destierro. Y, por supuesto,
el ejemplo más claro de profeta bíblico fue Jesús
de Nazaret. Intentemos nosotros ser siempre buenos
discípulos de nuestro Maestro.
4.-
Si hablara las
lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no
tengo amor, no sería más que un metal que resuena
o un címbalo que aturde… El amor es paciente, es
benigno; el amor no tiene envidia, no presume,
todo lo espera, todo lo soporta. No lleva cuenta
de la injusticia, sino que goza con la verdad. El
amor no pasa nunca.
Lo más grande es el amor. Yo creo que todos
conocemos casi de memoria este texto de san Pablo,
este himno al amor, de Corintios 12, porque es
casi seguro que lo hemos oído leer en más de una
boda a la que hemos asistido. No lo voy a comentar
yo ahora una vez más, me limito a invitarles a
todos ustedes a que lo lean y lo mediten
personalmente.
Gabriel González del Estal
www.betania.es
JESÚS HOY NOS HABLA A NOSOTROS
1.-
No es fácil
anunciar el mensaje de Dios.
Jeremías ha sido llamado por Dios para anunciar su
mensaje. Es duro pedir a la gente que cambie de
vida. Jeremías es joven y tímido, pero debe
aceptar su ministerio sin miedos y con rapidez.
Esta es la paradoja de Jeremías: se siente con
pocas fuerzas, pero sabe Dios le ha prometido su
ayuda. Su palabra es potente al ser palabra de
Dios, y, a la vez, impotente, ya que no puede
forzar a nadie a la fe y a la obediencia. En la
promesa del Señor sólo se le garantiza la
asistencia y triunfo final; pero para nada se
habla de triunfalismo y éxitos rotundos, tiene que
sufrir una larga travesía del desierto. Esta será
también la suerte de todo mensajero hoy. Ante la
enorme dificultad de la tarea, ¿no damos de lado a
nuestro ministerio buscando opciones, caminos que
nos resultan más llevaderos y se nos presentan más
atractivos? Nos falta muchas veces entusiasmo y
energía. El salmo protesta contra la pérdida de
vitalidad y de fuerzas, que a veces nos supera.
Pero Dios está con nosotros. Aun en medio de las
situaciones más dolorosas, el creyente continúa su
canción y da gracias.
2.-
Amar es lo que
importa. Lo
extraordinario del cristianismo no está en las
manifestaciones prodigiosas o en el poder de hacer
milagros, sino en que un hombre ordinario sea
capaz de amar con sencillez, humildad y
perseverancia. Frente a esa manera pagana de ver
las relaciones humanas, Pablo describe el ideal
cristiano de la caridad. La caridad es un amor que
se manifiesta en pequeños detalles, en gestos muy
concretos. Un amor que se pone en actitud de
servicio, es decir, que invita a los demás a pedir
favores. Se puede contar con él. Un amor
desinteresado y gratuito que renuncia a sus
propios derechos, a tomarse la justicia por su
mano, y se dirige precisamente a aquellos que no
le devolverán nada: los pobres y los enemigos. Un
amor que evita las palabras y los gestos
ofensivos. Un amor que busca la verdad y la
acepta, incluso si la encuentra en los propios
enemigos.
3.-
¿Cuál es nuestra
actitud ante Jesús?
Ante sus paisanos anuncia que se están cumpliendo
en Elías promesas de Isaías. Se presenta a sus
paisanos para anunciarles el año de gracia, para
proclamar que con su venida al mundo se inaugura
ya la salvación que profetizara Isaías. Este es el
contenido de la explicación que hizo Jesús en la
sinagoga de Nazaret sobre el texto profético. Los
vecinos de Nazaret no podían comprender que su
carpintero fuera un enviado de Dios, mucho menos
el Mesías, y no digamos ya el mismo Hijo de Dios
hecho hombre. Además, ¿por qué no hacía en su
pueblo lo que se decía que había hecho en
Cafarnaúm? Jesús conoce las cavilaciones de sus
paisanos y las pone al descubierto con un refrán:
"Sin duda me recitaréis aquel refrán: "Médico,
cúrate a ti mismo", y responde con otro refrán:
"Nadie es profeta en su tierra". Su interpretación
del profeta Isaías no parece haber interesado
mucho a los oyentes. Estos están más bien
preocupados por la omisión de la frase del texto
del profeta sobre la venganza de Dios. Esta
omisión la consideran una manipulación del texto
sagrado. Jesús omite esta expresión a propósito
"¿Quién se cree que es?". En la base de esta
reacción se halla una concepción nacionalista.
Esta es, en el fondo, la acusación que le hacen a
Jesús sus paisanos: es un traidor. En realidad,
Jesús no hace más que desmontar el supuesto
privilegio de Israel, a base de datos tomados de
la propia historia judía. Escandalizados por las
palabras de Jesús, y heridos en su amor propio,
sus paisanos atentan contra la vida del que se ha
presentado ante ellos como enviado de Dios. Esta
anécdota de Nazaret se radicalizará y se
universalizará en el rechazo del que será objeto
Jesús al ser entregado por los judíos y morir
fuera de los muros de la ciudad santa bajo el
poder de los romanos. Porque "vino a los suyos, y
los suyos no le recibieron". Ahora los suyos somos
nosotros. ¿Cuál es nuestra actitud? ¿Le negamos?
¿Le mostramos indiferencia? ¿Aceptamos su mensaje
y lo vivimos?
José María Martín OSA
www.betania.es
ANTE LOS RETOS… RATOS
Ante el reto (una sociedad secularizada,
bautizados que viven como si no lo estuvieran,
incapacidad o no disposición de las familias para
transmitir la fe, conciencia individualista de
todo lo que acontece, relativismo moral….) no cabe
otra que “ratos” ante y con Aquel que nos puede
llenar de su presencia. No lo tuvo fácil Él y ya
nos lo advirtió: “seréis, por mi causa,
perseguidos”.
1. Nuestro encuentro con Cristo, desde el día de
nuestro Bautismo, fue un golpe de gracia y de vida
pero, cuando pasa el tiempo, vamos cayendo en la
cuenta de lo que supone comprometerse con El. O de
lo que nos espera, si somos capaces y estamos
interesados, claro está, de acoplar hasta las
últimas consecuencias, su estilo de vida con la
nuestra. Porque, nos puede ocurrir lo mismo que a
aquellos que, en la sinagoga, quedaron encantados
por las palabras de Jesús pero, a continuación,
comenzaron a pensárselo dos veces: ¿no es este
Jesús el hijo del carpintero? ¿Y esos milagros?
También, esta reacción y actitud, la solemos
emplear muchísimas veces en personas de nuestro
entorno cuando nos cuesta admitir el bien que nos
hacen o, simplemente, el que llevan la razón.
2.- El domingo pasado nos quedábamos con la
sensación del éxito de Jesús: ¡todos los ojos
puestos en El! Hoy, por el contrario, todas las
manos parecen estar sobre El para empujarlo y
despeñarlo por una ladera. La vida, en todos los
estados y en variadas situaciones, nos trae a la
memoria esta cruda realidad: tan pronto te
aplauden como te critican. Pero, aquella persona
que es o quiera ser profeta, ha de saber (hemos de
saber) que no hemos venido al mundo para ser
elogiados, ni tampoco con el ánimo de ser
impopulares, sino para sentirnos tan en las manos
de Dios que, cumplir su voluntad, es la ocupación
y la preocupación de todo apostolado. Lo demás
queda en segundo plano. Agarrarse a Dios, y estar
menos pendiente de la imagen, da fuerza al
apostolado. Lo contrario lo debilita.
3. ¿Lo vemos así? ¿No preferimos que la sociedad,
el mundo, los que nos rodean pongan los ojos en
nosotros y en nadie más? La Iglesia, aunque nos
duela, cuando es empujada por la ladera desde
diversos medios de comunicación, filosofías
imperantes o ideologías sectarias, está más cerca
y a la altura de Jesús Maestro. Si, El, fue
denostado, despreciado entre los suyos y no
reconocido ¿Por qué con la iglesia habría de ser
distinto? ¿Qué espera nuestra sociedad de la
Iglesia? ¿Qué le diga que “sí” a todo? ¿Qué piense
y actúe como el mundo y no como Dios? ¿Que
renuncie a lo que es vital en ella y traicione al
espíritu de su fundador para subir puntos en el
barómetro de su consideración? Me quedo con una
sentencia leída estos días atrás: “un cristianismo
light y en acorde perfecto con las ideas
dominantes de nuestro tiempo, es un cristianismo
al que le quedan cuatro días”.
El Señor va por delante. Que seamos capaces de
abrirnos paso en medio de una turba que, más que
airada, está despistada y sin control. Se cumple
una vez más. Sólo desprecian a uno en su propia
casa. ¿Será que Jesús tenía entre nosotros muchas
casas pero pocos corazones dispuestos a dar
batalla por El?
Javier Leoz
www.betania.es
LOS PROFETAS
Ya desde antiguo, Dios eligió a los profetas,
hombres llamados y enviados para anunciar y para
denunciar. Los profetas no siempre fueron bien
recibidos en su pueblo. Jesús no es sólo un
profeta más, sino que es el Cristo, el Ungido.
También él fue despreciado por sus propios
paisanos, a pesar de que su mensaje era una
llamada al amor, pues sin el amor todo lo demás no
sirve de nada, como nos dirá san Pablo.
1.
Dios elige a los
profetas y los envía a anunciar su palabra a todas
las naciones.
En la primera lectura hemos escuchado la vocación
del profeta Jeremías. Dios es el que llama a quien
quiere y como quiere. Así le sucedió a Jeremías.
Dios lo eligió ya desde antes de nacer, cuando aún
estaba en el seno de su madre. Lo consagró profeta
de los gentiles y lo envió a anunciar su palabra.
La misión de los profetas era anunciar la llegada
del Mesías, recordando al pueblo la alianza que
Dios había hecho con ellos. Pero la misión de los
profetas era también denunciar al pueblo, e
incluso a los reyes, cuando eran infieles a Dios y
se olvidaban de su alianza. Es por esto por lo que
los profetas no eran apreciados por el pueblo. El
destino de la mayoría de los profetas fue el
destierro e incluso la muerte violenta. Sin
embargo, Dios ya le avisa a Jeremías de su destino
y le reconforta con la promesa de que Él siempre
estará a su lado: “lucharán contra ti, pero no te
podrán, porque yo estoy contigo para librarte”.
Dios también nos llama a nosotros para que seamos
profetas en medio de nuestro mundo, nos ha
elegido, cuenta con nosotros y nos envía para
anunciar su palabra siendo luz entre los nuestros,
la luz de Cristo. Una luz que ilumina el camino,
que guía entre la oscuridad, pero que también deja
al descubierto lo que no está bien, lo que nos
aleja de Dios. Es hermoso descubrir la llamada de
Dios, nuestra propia vocación. Es hermoso pensar
que Dios cuenta con nosotros, que nos ha escogido
desde el principio, desde antes de nacer. La
misión no es fácil, pues hoy, con entonces, la
palabra de Dios molesta, pero Él está a nuestro
lado.
2.
Los paisanos de
Jesús no le reconocieron.
Jesús no es un profeta más, pues es el mismo Dios
que ha venido al mundo, es la Palabra que se ha
hecho hombre. Sin embargo, el destino de Jesús es
como el de los profetas: no es aceptado por los
suyos. En el Evangelio de hoy hemos escuchado
cómo, al terminar Jesús sus palabras en la
sinagoga de Nazaret, sus mismos paisanos no le
reconocen. Podemos decir que sí conocían a Jesús,
pero sólo como el hijo del carpintero. Sin
embargo, no lo reconocían como el Mesías, como el
Ungido por Dios y enviado para anunciar la Buena
Noticia a los pobres. Por eso, después de
proclamar en la sinagoga “Hoy se cumple esta
escritura que acabáis de oír”, Jesús afirma:
“Ningún profeta es bien mirado en su tierra”,
aludiendo después al ejemplo de los profetas Elías
y Eliseo. Estos profetas, como el mismo Jeremías,
fueron enviados a los gentiles, es decir, a los no
judíos (a la viuda de Sarepta y a Naamán el
sirio), pues los mismos judíos no los escuchaban.
Y tras estas palabras de Jesús, sus mismos
paisanos se ponen furiosos e intentan despeñarlo
por un barranco. También sucede esto en nuestros
días, pues encontramos a muchos de nuestros amigos
y familiares que ven en Jesús sólo a un hombre, un
hombre bueno que hizo muchas cosas buenas, pero al
fin y al cabo sólo un hombre. No reconocen en Él
al Hijo de Dios. También nos puede pasar esto
mismo a nosotros que, como los paisanos de Jesús
estamos acostumbrados a verle cada día o cada
domingo cuando acudimos a la Eucaristía. Por eso
es bueno recordar hoy que Jesús no es simplemente
el hijo del carpintero, no es simplemente un
hombre más, sino que es el mismo Hijo de Dios que
ha venido a la tierra a mostrarnos, a nosotros y a
todos los hombres, sobre todo con su muerte y
resurrección, el amor de Dios.
3.
El mensaje de
Jesús es un mensaje de amor.
Podemos decir que Jesús es el rostro del amor de
Dios. Lo más importante que nos enseña Jesús, con
sus palabras, con su vida y sobre todo con su
entrega en la cruz y con su resurrección, es el
amor: el amor que Dios nos tiene y el amor con que
Dios quiere que le amemos a Él y a los demás. Éste
es el corazón de las enseñanzas de Cristo. La
segunda lectura de hoy recoge el himno del amor de
san Pablo en su primera carta a los Corintios. En
ella, san Pablo nos muestra cuál es el carisma
mejor: el amor. Un amor verdadero, como el amor
con el que nos ama Dios. Un amor que no es
egoísta, como muchas veces entendemos nosotros el
amor, cuando queremos a alguien porque nos
buscamos en esa persona a nosotros mismos. El amor
del que nos habla san Pablo, el amor de Dios es un
amor que no pasa nunca, que es comprensivo,
servicial, que ni presume ni se engríe, ni se
irrita ni lleva cuentas del mal, un amor sin
límites. Es tan importante el amor que, como dice
el mismo san Pablo, ni el conocer las lenguas de
los hombres y de los ángeles, ni el conocer todos
los secretos y todo el saber, ni tan siquiera el
dar todo lo que tenemos en limosnas ni aún el dar
nuestra propia vida al fuego valen absolutamente
nada si no tenemos este amor.
La llamada de hoy es a vivir el amor de Dios, un amor auténtico,
un amor que sólo tiene un límite: dar la vida por
los demás. El Señor nos llama a cada uno de
nosotros, como hizo con los profetas como Jeremías
y como Elías y Eliseo, a anunciar a todos este
amor de Dios y a ser también denuncia en nuestro
mundo de esta falta de amor. Que hoy escuchemos
cada uno de nosotros nuestra vocación a ser
profetas en estos tiempos tan difíciles para el
amor.
Francisco Javier Colomina Campos
www.betania.es
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