¡Alégrate,
el Señor está contigo!
EVANGELIO DEL DÍA
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68
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D omingo,
24 de Setiembre de 2023
DOMINGO
25°
DURANTE EL
AÑO
Del propio - Verde
Isaías 55, 6-9 / Filipenses 1, 20b-26 / Mateo 19,
30—20, 16
Salmo Responsorial Sal 144, 2-3. 8-9. 17-18
R/. "El Señor está cerca de aquellos que lo
invocan
Santoral:
Nuestra Señora de la Merced
LECTURAS DEL DO MINGO
24 DE SETIEMBRE DE 2023
DOMINGO
25°
DURANTE
EL AÑO
Los pensamientos de ustedes no son los míos
Lectura del libro de Isaías
55, 6-9
¡Busquen al Señor mientras se deja encontrar,
llámenlo mientras está cerca!
Que el malvado abandone su camino
y el hombre perverso, sus pensamientos;
que vuelva al Señor, y Él le tendrá compasión,
a nuestro Dios, que es generoso en perdonar.
Porque los pensamientos de ustedes no son los míos,
ni los caminos de ustedes son mis caminos
-oráculo del Señor-.
Como el cielo se alza por encima de la tierra,
así sobrepasan mis caminos y mis pensamientos
a los caminos y a los pensamientos de ustedes.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
144,
2-3. 8-9. 17-18
R.
El
Señor está cerca de aquéllos que lo invocan.
Día tras día te bendeciré,
y alabaré tu Nombre sin cesar.
¡Grande es el Señor y muy digno de alabanza:
su grandeza es insondable! R.
El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
el Señor es bueno con todos
y tiene compasión de todas sus criaturas.
R.
El Señor es justo en todos sus caminos
y bondadoso en todas sus acciones;
está cerca de aquéllos que lo invocan,
de aquéllos que lo invocan de verdad.
R.
Para mí la vida es Cristo
Lectura de la carta del. Apóstol san Pablo
a los cristianos de Filipos
1, 20b-26
Hermanos:
Estoy completamente seguro de que ahora, como siempre, sea que
viva, sea que muera, Cristo será glorificado en mi
cuerpo. Porque para mí la vida es Cristo, y la
muerte, una ganancia. Pero si la vida en este
cuerpo me permite seguir trabajando
fructuosamente, ya no sé qué elegir. Me siento
urgido de ambas partes: deseo irme para estar con
Cristo, porque es mucho mejor, pero por el bien de
ustedes es preferible que permanezca en este
cuerpo.
Tengo la plena convicción de que me quedaré y permaneceré junto a
todos ustedes, para que progresen y se alegren en
la fe. De este modo, mi regreso y mi presencia
entre ustedes les proporcionarán un nuevo motivo
de orgullo en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?
X Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo
19, 30—20, 16
Jesús dijo a sus discípulos: «Muchos de los primeros serán los
últimos, y muchos de los últimos serán los
primeros, porque el Reino de los Cielos se parece
a un propietario que salió muy de madrugada a
contratar obreros para trabajar en su viña. Trató
con ellos un denario por día y los envió a su
viña.
Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la
plaza, les dijo: "Vayan ustedes también a mi viña
y les pagaré lo que sea justo". y ellos fueron.
Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al
caer la tarde salió de nuevo y, encontrando
todavía a otros, les dijo: "¿Cómo se han quedado
todo el día aquí, sin hacer nada?" Ellos les
respondieron: "Nadie nos ha contratado". Entonces
les dijo: "Vayan también ustedes a mi viña".
Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le
dijo: "Llama a los obreros y págales el jornal,
comenzando por los últimos y terminando por los
primeros".
Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y
recibieron cada uno un denario. Llegaron después
los primeros, creyendo que iban a recibir algo
más, pero recibieron igualmente un denario. y al
recibirlo, protestaban contra el propietario,
diciendo: "Estos últimos trabajaron nada más que
una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros,
que hemos soportado el peso del trabajo y el calor
durante toda la jornada".
El propietario respondió a uno de ellos: "Amigo, no soy injusto
contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario?
Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que
llega último lo mismo que a ti. ¿O no tengo
derecho a disponer de mis bienes como me parece?
¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?"
Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los
últimos».
Palabra del Señor.
Reflexión
NO SIEMPRE LOS PLANES DE DIOS SON LOS PLANES DEL
HOMBRE
1.-
Dios sí quiere que nuestros planes coincidan con
sus planes, pero somos nosotros los que muchas
veces hacemos esto imposible. Por
nuestra inclinación al mal, por nuestro egoísmo,
por nuestro materialismo, por no obedecer
humildemente los planes de Dios, hacemos muchas
veces imposible que los planes de Dios se cumplan
en nuestras vidas. Los planes de Dios son siempre
la justicia, el amor, la paz. Dios sí quiere que
todos sus hijos puedan vivir dignamente y sean
humana y cristianamente felices, pero somos
nosotros, los humanos, los que, con nuestro
egoísmo y maldad, creamos divisiones injustas y
hacemos posible que, mientras a algunos les sobren
muchas cosas superfluas, a otros les falten muchas
cosas necesarias. También es verdad que los
hombres, las personas humanas, somos limitados e
imperfectos en nuestro entender y en nuestro
obrar. Más de una vez los planes de Dios nos
sorprenden y nos descolocan, porque no los
entendemos. En estos casos, debemos aceptar con
humildad y confianza en Dios los acontecimientos
personales, familiares o sociales, que nos cuesta
entender y explicar. ¿Por qué mueren tantos niños
inocentes, por qué, como consecuencia de un
terremoto o un huracán, sufren y mueren muchas
personas buenas que siempre desearon cumplir la
voluntad de Dios?, ¿por qué?, ¿por qué?...
Humildad y confianza en Dios, a pesar de todo.
Fijémonos ya concretamente en el evangelio de este
domingo, según san Mateo.
2.-
El Reino de los cielos se parece a un propietario
que salió a contratar jornaleros para su viña.
El propietario de esta viña pagó
lo mismo a los jornaleros que habían trabajado
todo el día, que a los que habían trabajado menos
horas. ¿Fue injusto este propietario? Según las
costumbres de la época, según los planes de los
hombres, sí, pero según los planes de Dios, no.
¿Por qué? Porque el propietario de la parábola,
que se parece al Reino de los cielos, no se fijó
en la cantidad de horas que habían trabajado unos
u otros, sino en la misma voluntad de trabajar que
habían tenido todos los jornaleros que habían ido
a la plaza a buscar trabajo. Por qué habían
contratado a unos antes que a otros no lo sabemos,
pero, según la parábola, parece que todos habían
ido a la plaza con la misma voluntad de trabajar.
El propietario no hizo distinción entre jornaleros
y jornaleros, entre los más fuertes, o los más
ricos, o los más amigos, y los más débiles, o los
más pobres, o los menos conocidos. Por supuesto,
la frase final: los últimos serán los primeros y
los primeros los últimos, tiene un significado
histórico y teológico. Se refiere a que los
judíos, que fueron los primeros llamados al Reino
de Dios, serían los últimos en entrar en él,
mientras que los paganos, que fueron los últimos
llamados, serían los primeros. San Pablo explicará
después esto mismo en muchas ocasiones.
3.-
Mis planes so son vuestros planes, vuestros
caminos no son mis caminos. El
profeta Isaías contrapone directamente en este
texto los planes de los malvados y criminales con
los planes de Dios. Dios, mediante el profeta,
pide a los malvados que se arrepientan de sus
malas acciones, con la seguridad de que el Señor
tendrá piedad de ellos y les perdonará. El perdón
de Dios, les dice, es superior al pecado del ser
humano. Aceptemos nosotros siempre la voluntad de
Dios en nuestras vidas y, aunque algunas veces nos
equivoquemos y pequemos, si sabemos pedir perdón
Dios es seguro que nos perdonará. Ante Dios, la
humildad y el amor tienen siempre la última
palabra, porque el Señor está siempre cerca de los
que le invocan, como nos dice el salmo 144.
4.-
Para mí la vida es Cristo y una ganancia el morir.
Pero si el vivir esta vida mortal me supone
trabajo fructífero no sé qué escoger.
San Pablo, como sabemos, creía firmemente
en la resurrección con Cristo, cuando Cristo
volviera en la segunda y definitiva venida que él
creía que iba a ser inmediata. Por eso, el morir
para san Pablo era una ganancia porque dejaría de
sufrir y se incorporaría para siempre a Cristo.
Pero él también sabía que había sido el mismo
Cristo el que le había dado la vocación de
predicar el evangelio a los gentiles y, por tanto,
su trabajo era fructífero. Si para él su vida es
Cristo debe aceptar el vivir para los demás, por
Cristo, aunque para esto tenga que sufrir en esta
vida mortal Este mismo sentimiento lo han tenido
también otros santos del cristianismo y podemos
tenerlo también en algún momento nosotros, cuando
la vida nos resulte demasiado dura y penosa. Lo
importante es que todos nosotros hagamos en cada
momento lo que Dios nos pide y dejemos después que
sea el mismo Dios el que decida la hora de nuestra
muerte y de nuestra unión definitiva y gloriosa
con Cristo. Pidamos al Señor que nuestros planes
coincidan siempre con sus planes.
Gabriel González del Estal
www.betania.es
LA GRATUIDAD DE DIOS
1.-
La generosidad de Dios. El segundo Isaías nos
habla de un Dios “perdonador”. El
perdón que Dios da al que hace lo posible por
vivir de acuerdo con la exigencia de la fe es un
acto de una misericordia que no tiene comparación
entre los hombres. Pero es necesario el requisito
de cambiar de planes. Una experiencia así
solamente es comprensible desde una óptica de pura
fe. La era mesiánica que se anuncia es de
características tan radicalmente nuevas que los
planes del hombre apartado de Dios no tendrán
cabida en ella. En esta incomprensión del actuar
del Dios generoso es donde el hombre tiene que
afirmar su fe. Solamente el que tiene corazón
agradecido y admite la evidencia de lo maravilloso
de la generosidad de Dios puede comprender esto.
El profeta emplea una imaginería cósmica para
corroborar la actuación gratuita y
escandalosamente diferente del actuar de Dios. En
último término la actuación de Dios no es pura
arbitrariedad sino un criterio de fidelidad y de
amor. No se puede reprochar a Dios su manera de
actuar cuando sabemos que en el fondo late el amor
y respeto más profundo a la debilidad del hombre,
tal como subraya el evangelio que hemos escuchado.
2.-
El deseo de Dios. Pablo siente un deseo fuerte de
estar unido a Jesús inmediatamente después de la
muerte. Solamente si se entra en
categoría de amor podremos llegar a comprender y a
desear con realismo vivir el estilo de vida que
vive ya Jesús. Consciente del valor de su misión,
rechaza el Apóstol eso que para él es mejor, como
sería el salir condenado del juicio en el que está
metido. No quiere abandonar a medio hacer lo que
ha comenzado. Quiere continuar la misión que ha
recibido aquí en la tierra, aunque en el fondo
desearía estar junto a Dios. En este sentido
escribió Santa Teresa de Jesús:
“Vivo
sin vivir en mí, y tan alta vida espero,
que muero
porque no muero.
Vivo ya
fuera de mí,
después que
muero de amor;
porque vivo
en el Señor,
que me quiso
para sí:
cuando el
corazón le di
puso en él
este letrero,
que muero
porque no muero”.
El que ha llegado a desprenderse de sí mismo está ya en la mejor
actitud de fe, está ya comenzando a vivir la vida
de verdad.
3.-
Triunfa la gracia. Nos cuesta
entender que los caminos del Señor son distintos a
los nuestros. Dios se presenta como un amo
generoso que no funciona por rentabilidad, sino
por amor gratuito e inmerecido. Esta es la buena
noticia del evangelio. Pero nosotros insistimos en
atribuirle el metro siempre injusto de nuestra
humana justicia. En vez de parecernos a él
intentamos que él se parezca a nosotros con
salarios, tarifas, comisiones y porcentajes.
Queremos comerciar con él y que nos pague
puntualmente el tiempo que le dedicamos y que
prácticamente se reduce al empleado en unos ritos
sin compromiso y unas oraciones sin corazón. Con
una mentalidad utilitarista, muy propia de nuestro
tiempo, preguntamos: ¿Para qué sirve ir a misa, si
Dios nos va a querer igual? Así evidenciamos que
no hemos tenido la experiencia de que Dios nos
quiere y no reaccionamos en consecuencia amándole
también más por encima de leyes y medidas. Dios es
gratuito.
Vemos absurdo y hasta injusto ser queridos todos por igual. ¡A
cada uno lo suyo!, decimos como quien da un
argumento incontestable con tono de protesta
sindical ante Dios. Tardamos en comprender que la
traducción no es: "Paz a los hombres de buena
voluntad", sino: "Paz a los hombres que Dios ama".
La parábola de los trabajadores enviados a la vida
se refiere a la gracia. En alguna ocasión la
liturgia de la misa recoge en sus oraciones esta
expresión: “no por nuestros méritos sino conforme
a tu bondad”. San Agustín en su comentario a este
evangelio nos anima a realizar bien nuestro
trabajo sin tener envidia de los demás porque Dios
es generoso:
Pensad que sois vosotros quienes habéis sido conducidos a la
viña. Quienes vinieron siendo aún niños,
considérense los conducidos a primera hora;
quienes siendo adolescentes, a la hora tercia,
quienes en su madurez, a la de sexta; quienes eran
ya más graves, a la nona, y quienes ya ancianos, a
la hora undécima. No os preocupéis del tiempo.
Mirad el trabajo que realizáis; esperad seguros la
recompensa. Y si consideráis quién es vuestro
Señor, no tengáis envidia si la recompensa es para
todos igual.
José María Martín OSA
www.betania.es
¡ME APUNTO CON TAN BUEN SEÑOR!
Puede
que, muchas veces, pensemos que el trabajo que
merece le pena es aquel que se ve y se gratifica.
Puede incluso, que en algunos momentos, pensemos
que lo invisible a los ojos del mundo no tiene
sentido llevarlo a cabo. Pero, los planes del
Señor, son siempre distintos a nuestros planes y
su forma de trabajar, pensar y valorar es muy
distinta a la nuestra: nosotros nos quedamos en la
apariencia y El… baja al corazón de cada persona.
1.-
En la viña del Señor, su Iglesia, hay trabajo para
todos. Pobres que necesitan
atención, catequistas que exigen formación,
enfermos que nos reclaman una visita, personas
encerradas en la soledad que nos piden un poco de
nuestro tiempo. ¡Vete a esa viña! Nos dice Jesús:
a ese trozo de tierra en el que, la Iglesia,
ofrece lo mejor de sí misma: el Evangelio. A esa
persona que necesita un poco de cariño o a esas
situaciones en las que, por no ser recompensadas,
siempre hay huecos libres que nadie quiere. ¡Vete
a esa viña, mi viña, nos dice Jesús!
Querer a Jesús no resulta difícil pero querer lo que Él quiere o
cuidar lo que el cuidó…no siempre es gratificante.
En cuántos momentos preferimos que, el tren del
servicio o de la disponibilidad, pase de largo de
nuestra casa. En cuantos instantes en vez
presentarnos puntuales ante cualquier necesidad
que nos reclama la Iglesia, preferimos no meter
excesivo ruido por miedo al “qué dirán” o,
simplemente, porque no son puestos de cierta
relevancia.
2.-
¿Cómo podemos trabajar en la viña del Señor? ¿Con
qué utensilios? La oración que
riega lo que se siembra; la constancia en nuestro
testimonio cristiano; la limosna al necesitado; la
escucha atenta y meditada de la Palabra del
Señor…son arados que nos ayudan a cultivar esa
inmensa viña del Señor que es su Iglesia y, de
paso, esa porción de tierra que es el corazón o el
alma de cada uno. ¿Puede hacer algo más por cada
uno de nosotros Jesús? ¿Por qué tanta resistencia
para ir donde Él nos envíe? ¿Por qué los primeros,
cuando ciertos señores de este mundo, nos piden
colaboración y, en cambio, los últimos cuando se
trata de asuntos divinos?
4.-
Cristo, por si no lo sabes, te necesita.
Nos necesita. Si en algunos lugares hay carencia
de cariño y de justicia, escasez de libertad o de
alimentos…no es porque Dios no quiere o no puede
llegar: es porque, nuestras manos, se han
conformado con estar pendientes exclusivamente de
nuestras necesidades (y sus manos no olvidemos,
son las nuestras); es porque nuestros pies se han
cansado de acompañar al triste, al agobiado, al
deprimido o al que ya no cree (y no olvidemos que
los pies de Cristo avanzan con los nuestros); es
porque, nuestros corazones, se han quedado tan
encerrados en nuestro pecho que son incapaces de
ser sensibles a otros mundos, a otras personas (y
no olvidemos que el corazón de Cristo actúa por el
nuestro).
5.-
Cristo nos necesita. ¡Vayamos!
Sacudámonos la pereza en este inicio del curso. No
miremos quién vale más o qué trabajo es
considerado como menos. No juzguemos a quién la
suerte le acompaña o a quien la desgracia le
impide llevar a cabo sus proyectos. Lo importante
es que, el Señor, de nuevo nos envía a su Iglesia,
a su viña. Decidámonos de una vez por todas.
¿Recompensa? ¿Salario? ¡Lo que ningún empresario ni magnate nos
puede ofrecer en la tierra! ¡La vida eterna! ¿Y
aún queremos más?
Javier Leoz
www.betania.es
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