¡Alégrate,
el Señor está contigo!
EVANGELIO DEL DÍA
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68
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Domingo, 24 de
diciembre de 2023
LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
Misa de la Noche
Solemnidad - Blanco
Isaías 9, 1-6 / Tito 2, 11-14 / Lucas 2, 1-14
Salmo Responsorial Sal 95, 1-3. 11-13
R/. "Hoy nos ha nacido un Salvador:
el Mesías, el Señor"
Santoral:
Natividad de Nuestro Señor Jesucristo
LECTURAS DEL DOMINGO 24 DE DICIEMBRE DE 2023
SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
MISA DE LA NOCHE
Un hijo se nos ha dado
Lectura del libro de Isaías
9, 1-6
El pueblo que caminaba en las tinieblas
ha visto una gran luz;
sobre los que habitaban en el país de la oscuridad
ha brillado una luz.
Tú has multiplicado la alegría,
has acrecentado el gozo;
ellos se regocijan en tu presencia,
como se goza en la cosecha,
como cuando reina la alegría
por el reparto del botín.
Porque el yugo que pesaba sobre él,
la barra sobre su espalda
y el palo de su carcelero,
todo eso lo has destrozado como en el día de
Madián.
Porque las botas usadas en la refriega
y las túnicas manchadas de sangre,
serán presa de las llamas,
pasto del fuego.
Porque un niño nos ha nacido,
un hijo nos ha sido dado.
La soberanía reposa sobre sus hombros
y se le da por nombre:
«Consejero maravilloso, Dios fuerte,
Padre para siempre, Príncipe de la paz».
Su soberanía será grande,
y habrá una paz sin fin
para el trono de David
y para su reino;
él lo establecerá y lo sostendrá
por el derecho y la justicia,
desde ahora y para siempre.
El celo del Señor de los ejércitos hará todo esto.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
95, 1-3. 11-13
R.
Hoy nos ha nacido un Salvador:
el Mesías, el Señor.
Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre.
R.
Día tras día, proclamen su victoria,
anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos.
R.
Alégrese el cielo y exulte la tierra,
resuene el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese el campo con todos sus frutos,
griten de gozo los árboles del bosque.
R.
Griten de gozo delante del Señor,
Porque Él viene a gobernar la tierra:
El gobernará al mundo con Justicia,
y a los pueblos con su verdad.
R.
La gracia de Dios se ha manifestado para todos los
hombres
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a Tito
2, 11-14
La gracia de Dios, que es fuente de salvación para
todos los hombres, se ha manifestado. Ella nos
enseña a rechazar la impiedad y los deseos
mundanos, para vivir en la vida presente con
sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos
la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria
de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús. Él
se entregó por nosotros, a fin de libramos de toda
iniquidad, purificamos y crear para sí un Pueblo
elegido y lleno de celo en la práctica del bien.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Hoy les ha nacido un Salvador
X Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas
2, 1-14
Apareció un decreto del emperador Augusto,
ordenando que se realizara un censo en todo el
mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino
gobernaba la Siria. y cada uno iba a inscribirse a
su ciudad de origen.
José, que pertenecía a la familia de David, salió
de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a
Belén de Judea, la ciudad de David, para
inscribirse con María, su esposa, que estaba
embarazada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el
tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo
primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en
un pesebre, porque donde se alojaban no había
lugar para ellos.. ,
En esa región acampaban unos pastores, que
vigilaban por turno sus rebaños durante la noche.
De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la
gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos
sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo:
«No teman, porque les traigo una buena noticia,
una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la
ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es
el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal:
encontrarán a un niño recién nacido envuelto en
pañales y acostado en un pesebre». Y junto con el
Ángel, apareció de pronto una multitud del
ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
«¡Gloria a Dios en las alturas,
y en la tierra paz a los hombres amados por Él!»
Palabra del Señor.
Reflexión
DIOS NACE HECHO NIÑO
En esta noche santa de la Nochebuena, los
cristianos de todo el mundo nos reunimos para
celebrar el misterio impresionante del nacimiento
de Dios hecho hombre. Mientras que muchos celebran
una Navidad vacía, sin sentido, centrada sólo en
lo externo, nosotros nos reunimos para celebrar lo
más importante de la Navidad. No celebramos una
fecha, sino un misterio: Dios nace hecho niño.
1.
Un
nacimiento que cambia el mundo.
Hoy celebramos un misterio entrañable, tierno, el
misterio de Dios hecho hombre que nace en Belén.
Dios se ha hecho niño. Podemos contemplar el amor
de Dios en la dulzura de un recién nacido. La
inocencia y la fragilidad de un bebé envuelto en
pañales y acostado en un pesebre es la muestra de
que Dios quiere estar con nosotros. Descubrimos la
grandeza de Dios en la pequeñez del niño Jesús. El
nacimiento de Dios hecho hombre fue un
acontecimiento impresionante que marcó para
siempre la historia de la humanidad. Y sin embargo
este hecho aconteció en el silencio, en lo
escondido, en un humilde portal porque no había
sitio en la posada. Y fueron los primeros testigos
de este magno acontecimiento unos humildes
pastores que guardaban el rebaño. El anuncio de un
ángel “No temáis, os traigo una gran alegría”,
mueve el corazón de aquellos hombres sencillos que
inmediatamente dejaron todo y fueron corriendo a
adorar a ese niño. Aquellos testigos privilegiados
dieron gloria a Dios, uniendo sus cantos a los de
los ángeles del cielo. Ya no hay nada que temer,
nuestro corazón de llena de alegría, pues en medio
de nosotros está Dios, que ha nacido para traernos
el amor, la paz y la felicidad que tanto necesita
nuestro mundo.
2.
Ha
aparecido la gracia de Dios.
La Navidad es la revelación del amor de Dios que
nos trae la gracia. El misterio de la Navidad está
inseparablemente unido al misterio Pascual, pues
Dios ha nacido para entregar su vida. Hay pequeños
detalles que quizá pueden pasar desapercibidos
esta noche, y que nos hablan de la entrega de
Cristo en la cruz. Por un lado, Belén significa
“casa del pan”. Por otro lado, el niño Jesús es
acostado en un pesebre, lugar en el que comen lo
animales. Estos detalles nos hablan ya de la
Eucaristía, el pan que se convierte en el Cuerpo
de Cristo y que se entrega como comida de
salvación. La gracia de Dios aparece en ese niño
recién nacido, que es Cristo, y que como
escuchamos en la segunda lectura de esta noche,
nos enseña a renunciar a todo aquello mundano que
nos aleja de Dios para llevar una vida según Dios,
en la esperanza de su segunda venida. Si Cristo
nace para entregar su vida y rescatarnos de toda
maldad, como dice san Pablo, hemos de vivir esta
Navidad con verdadero espíritu cristiano,
apartándonos de todo aquello que nos aleje de Dios
y llevando una vida sobria, honrada y religiosa.
3.
Una luz
ha brillado para todo el mundo.
El profeta Isaías anuncia el nacimiento de una luz
que alumbra al pueblo que caminaba en tinieblas.
En estos días de Navidad encontramos las calles,
los escaparates de los comercios y las casas
llenas de luces. Son luces perecederas, pues
cuando terminen las fiestas de Navidad se apagarán
y todo volverá a la normalidad. Con ellas
iluminamos la oscuridad de las calles, alegrando
así estos días de fiesta. Sin embargo, aunque en
estos días haya tanta luz en las calles, el mundo
sigue viviendo en la oscuridad del pecado. Son las
tinieblas de la muerte, del dolor, de la
violencia, de la incomprensión entre las gentes,
de los odios… Pero Dios, con su nacimiento, nos
trae la luz que brilla en la oscuridad, que disipa
las tinieblas. Ya no hay miedo, pues brilla la luz
de la esperanza. Ya no hay tristeza, pues brilla
la luz de la alegría. Ya no hay odio pues brilla
la luz del amor.
Que en esta
noche santa de la Navidad sepamos acercarnos a
Belén. Que nos asomemos al portal, como aquellos
pastores que escucharon el anuncio del nacimiento
de Cristo. Adoremos al Niño Dios, ofrezcámosle
nuestras vidas, dejémonos iluminar por su luz, y
que nosotros nos convirtamos desde hoy en
resplandores de esa luz que iluminen todo y a
todos los que se encuentran a nuestro alrededor.
El mejor deseo para esta Navidad es éste: que Dios
nazca en el corazón de todos.
Francisco Javier Colomina Campos
www.betania,es
CELEBREMOS LA “NOCHEBUENA” CON ALEGRÍA CRISTIANA
1.-
Acreciste
la alegría, aumentaste el gozo; se gozan en tu
presencia, como gozan al segar, como se alegran al
repartirse el botín.
Todos sabemos que las fiestas de Navidad
sustituyeron, en su origen, a unas fiestas
bulliciosas y desmadradas, llenas de crápula y
desenfreno. Eran las fiestas que la sociedad
celebraba en honor al sol invicto. Como se creía
que el 25 de diciembre comenzaba el solsticio de
invierno, es decir, que ese día el sol comenzaba a
crecer, pues ese día comenzaban unas fiestas
ruidosas y bullangueras, desmadradas, como hemos
dicho, fiestas que duraban hasta el fin del año y
el comienzo del año nuevo. Los cristianos
participaban, como ciudadanos que eran, de la
alegría de esas fiestas y también se podían ver
envueltos en el clima de juergas y atropellos que
se cometían en esos días. Contra estas fiestas
quiso luchar la Iglesia y buscó un motivo
religioso que pudiera cambiar estas celebraciones
paganas por una celebración religiosa. Estamos a
finales del siglo III y comienzos del siglo IV y
la Iglesia dice a los cristianos que nuestro sol
invicto es realmente Cristo Jesús y que debemos
celebrar su nacimiento con más alegría aún que la
que demostraban los paganos en memoria del
nacimiento del sol. En esos momentos y de esa
manera comenzó a celebrarse la Navidad cristiana.
Frente a la alegría ruidosa y desmadrada de las
fiestas paganas, los cristianos debemos manifestar
en estos días una alegría igualmente grande, pero
no una alegría pagana y externa, sino una alegría
interior y religiosa. Siguiendo este deseo de la
Iglesia, también ahora nosotros, los cristianos,
debemos celebrar la <nochebuena> y las fiestas de
Navidad con una gran alegría humana, interior y
exterior. En esta noche santa debemos vestir el
alma con traje de inocencia, de ilusión confiada,
de fe sencilla y niña, de alegría santa. La
alegría es una nota distintiva de estas fiestas
navideñas, alegría individual, alegría familiar,
alegría comunitaria, alegría interior y religiosa,
alegría también social y pública.
2.-
No
temáis, os traigo una buena noticia, una gran
alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de
David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el
Señor. El
principal motivo de nuestra alegría navideña no
puede ser otro que la esperanza y la certeza de la
venida de un Dios que, por amor, ha venido a
salvarnos. Ha venido a salvarme a mí y, por eso,
mi alegría es, en primer lugar, una alegría
personal e íntima. Sé que, por mí mismo, no voy a
merecer la salvación, pero también sé que, por los
méritos de Cristo, Dios me va a salvar. Esto es
motivo de profunda e íntima alegría religiosa y
espiritual; la Navidad es tiempo propicio para
experimentar y saborear esta alegría. La alegría
navideña debe ser también una alegría familiar,
celebrando familiarmente estas fiestas con una
especial alegría. De hecho, en estos días de
Navidad las familias se acogen y se reúnen con
especial alegría. Estas reuniones alegres son un
fruto bueno que debemos colgar del árbol de la
Navidad. También los cristianos debemos expresar
nuestra alegría navideña comunitariamente, como
Iglesia de Cristo. Nos reunimos en la iglesia y
expresamos nuestra alegría navideña contemplando
el belén, cantando villancicos, y, sobre todo,
participando espiritualmente en el misterio
litúrgico de la eucaristía. En fin, que nuestra
alegría debe ser humana, es decir, interior y
exterior, íntima y privada, también exterior y
pública. Una alegría llena de paz, de fraternidad,
de compromiso con los miembros más necesitados del
cuerpo de Cristo. Una alegría sin crisis, o a
pesar de la crisis, humanamente cristiana y
espiritualmente contagiosa.
¡FELIZ ¡NAVIDAD!
Gabriel González del Estal
www.betania.es
DESCUBRIR A JESÚS
1.- ¡Feliz Noche!, ¡Feliz Navidad! Para
muchos lo que celebramos hoy no es la Navidad,
sino las "Navidades". Su celebración va unida a
las cenas de empresa, la lotería, la cesta, Papá
Noel –la esencia de la Navidad según un spot
publicitario–, el abeto, las bolas y el
espumillón, el aguinaldo, las panderetas y
zambombas, el pavo, el champán, el turrón, los
mazapanes......El gasto inútil y el desenfreno
alcanza cotas inimaginables. ¿Es esto la Navidad?
Olvidamos con frecuencia el origen de lo que
estamos celebrando. Sólo cuando nuestra mirada se
desvía hacia el Belén y vemos al niño sonriendo en
su cuna de paja nos damos cuenta de la razón de
todo esto.
2.- "Se hace hombre para divinizarnos a
nosotros”. La clave está en cómo recibimos
nosotros la llegada en toda su humildad del
Niño-Dios. Toma nuestra condición, "se hace hombre
para divinizarnos a nosotros", según San Agustín.
Ahora Jesús viene a nosotros y podemos descubrirle
en los pobres y necesitados. Muchas veces no le
queremos ver cuando llama a nuestra puerta, le
rechazamos como fueron también rechazados José y
María. Este es el gran drama del hombre: el
rechazo de Dios y del hermano. Es significativo
ver cómo tuvieron que ir fuera de los muros de la
ciudad, cómo los primeros que se dieron cuenta del
nacimiento de su hijo fueron los excluidos de
aquella época, los pastores, quienes, según
Joaquín Jeremías, eran mal vistos porque nunca
participaban del culto como los demás y vivían al
margen de los demás. O más bien eran ellos
marginados por los poderosos. Su trono fue un
pesebre, su palacio un establo, su compañía un
buey y una mula… ¡Por algo quiso Dios que fuera
así! Hoy María y José siguen llamando a nuestra
puerta.
3.- Dios se acerca al hombre hasta el punto de
hacerse uno de ellos. Pero sólo los humildes,
los pastores, fueron capaces de descubrirlo. Es
decir, los humildes. Así lo recuerda el Papa: “Les
invito a detenerse ante el pesebre, porque allí
nos habla la ternura de Dios. Allí se contempla la
misericordia divina que se ha hecho carne, y que
enternece nuestra mirada. El pesebre nos dice que
Él nunca se impone con la fuerza. Recordad bien
esto, chicos y chicas: el Señor nunca se impone
con la fuerza. Para salvarnos no ha cambiado la
historia con un milagro grandioso. Ha venido con
gran sencillez, humildad, mansedumbre. Dios no ama
las imponentes revoluciones de los potentes de la
Historia y no utiliza la varita mágica para
cambiar las situaciones. Se hace pequeño, se hace
niño, para atraernos con amor, para tocar nuestros
corazones con su humilde bondad; para conmover con
su pobreza a quienes se esfuerzan por acumular los
falsos tesoros de este mundo”.
José María Martín OSA
www.betania.es
¡SE HACE NIÑO!
¡Alegrémonos, hermanos y amigos! ¡Celebremos el
amor de Dios! ¡En la profundidad de esta oscura y
esperada noche, Dios ha nacido! ¡Dios se ha hecho
Niño! ¿Puede hacer algo más Dios por nosotros? A
este momento, culminante y final del adviento, nos
estábamos preparando desde la contemplación, la
conversión, el asombro, la oración y con la
compañía de María. ¡Ha nacido el Salvador!
¡Aleluya, aleluya!
1. En estas
horas de la noche, no nace un gran filósofo,
historiador, líder o científico; en estos
instantes de gran emoción para los creyentes, no
se acerca al mundo un poderoso hidalgo ni rey de
tierras y feudos.
-Quien nace
y se revela es el AMOR que se hace hombre
-El amor
con la pancarta de la humildad;
-La ternura con el reflejo
y la impronta magnífica de Dios.
¿Qué
tenemos de bueno para que, el Señor, se aproxime
de estas maneras hasta nosotros? ¿Qué pretende
Dios con este descenso tan vertiginoso, humano y
divino a la vez?
2.- El
Nacimiento de Cristo nos trae en esta noche muchas
vivencias y otras tantas sensaciones personales y
comunitarias: si Dios se hace hombre, es porque el
día a día del ser humano, está abocado y llamado a
Dios.
Si Dios,
viene hasta nosotros (Niño, pequeño, infante,
débil) es para que comprendamos que, en la
pequeñez, está la autopista y la puerta para
llegar y encontrarse con El.
¡Que gran
regalo y qué gran sacramento! ¡Dios en un pesebre!
Y, en ese pesebre, en esta noche santa, se
iluminan las cavernas más oscuras de la humanidad.
En ese establo, el hombre aprende la lección más
magistral bajada desde el cielo: el AMOR de un
Dios.
Hoy, con el
Nacimiento del Señor, Dios no nos da ninguna
fórmula mágica para ser felices. En cada uno de
nosotros, en los que estamos aquí y ahora, esta la
decisión de aceptarle o rechazarle; de adorarle o
de buscarnos a nosotros mismos; de llevarle la
ofrenda de nuestra existencia o de negarle hasta
el más insignificante detalle.
3.- Si,
amigos. La Navidad es el gran regalo de Dios a la
humanidad. Una humanidad, que en números,
acontecimientos, y en formas, está condicionada
por la violencia, el desasosiego, la
intranquilidad, la pobreza, la injusticia…
(pongamos todo lo que queramos). ¡Cómo no
agradecer a Dios que, a través de Jesús, contemple
en primera línea nuestros sufrimientos y éxitos,
nuestras fatigas y nuestras penas, nuestras caídas
o nuestras alzadas!
4. Hoy,
damos gracias a Dios. Los ojos de Jesús, serán los
ojos de Dios en la tierra. Los brazos de un Niño,
serán los brazos del amor de Dios en el mundo. Los
pies de un Infante, serán pies de Dios que nos
acompañen en nuestro caminar. El corazón de
Cristo, será el latir del mismo Dios en medio de
un mundo, que en cuestiones de fe y de amor a
Dios, se encuentra con un constipado demasiado
severo y prolongado.
¡Bendita
sea esta noche! ¡Noche santa y dichosa!
Que Jesús,
en estas primeras horas de su presencia en medio
de nosotros, nos lleve al descubrimiento de la
belleza de Dios.
Que Jesús,
en los brazos de María y bajo la mirada serena de
José, nos haga renacer en nuestra fe. ¡Cómo no
conmovernos ante este Misterio! ¿Cómo no intentar
de nuevo ser portadores de verdad, de bondad, de
solidaridad y de perdón, cuando vemos todo ello
desbordado y desbordando sobre cuatro tablas
cruzadas en un pesebre?
¡Feliz noche, Señor! ¡Bienvenido a esta tierra!
Te adoramos y te bendecimos. Te amamos y creemos
profundamente en Ti. Tú eres el Hijo de Dios. Que
seas la salvación que el mundo espera y necesita.
Javier Leoz
www.betania.es
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