¡Alégrate, el Señor está contigo!

 

EVANGELIO DEL DÍA

Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68

 

     

Vierns, 8 de diciembre de 2023

La Inmaculada Concepción de la

Bienaventurada Virgen María

Solemnidad - Blanco

Génesis 3, 9-15. 20 / Efesios 1, 3-6. 11-12

/ Lucas 1, 26-38

Salmo responsorial Sal 97, 1-4

R/. "Canten al Señor un canto nuevo,

porque Él hizo maravillas”

 

Santoral:

La Inmaculada Concepción de la Virgen María

 

 

 

 

LA INMACULADA CONCEPCIÓN

DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARIA

Solemnidad

 

Pondré enemistad entre tu descendencia y la de la mujer

 

Lectura del libro del Génesis

3, 9-15. 20

 

Después que el hombre y la mujer comieron del árbol que Dios les había prohibido, el Señor Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?»

«Oí tus pasos por el jardín», respondió él, «y tuve miedo porque estaba desnudo. Por eso me escondí».

Él replicó: «¿Y quién te dijo que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol que yo te prohibí?»

El hombre respondió: «La mujer que pusiste a mi lado me dio el fruto y yo comí de él».

El Señor Dios dijo a la mujer: «¿Cómo hiciste semejante cosa?»

La mujer respondió: «La serpiente me sedujo y comí».

Y el Señor Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita seas entre todos los animales domésticos y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. El te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón».

El hombre dio a su mujer el nombre de Eva, por ser ella la madre de todos los vivientes.

 

Palabra de Dios.

 

 

SALMO RESPONSORIAL                                                               97, 1-4

 

R.    Canten al Señor un canto nuevo, porque Él hizo maravillas.

 

Canten al Señor un canto nuevo,

porque Él hizo maravillas:

su mano derecha y su santo brazo

le obtuvieron la victoria. R.

 

El Señor manifestó su victoria,

reveló su justicia a los ojos de las naciones:

se acordó de su amor y su fidelidad

en favor del pueblo de Israel. R.

 

Los confines de la tierra han contemplado

el triunfo de nuestro Dios.

Aclame al Señor toda la tierra,

prorrumpan en cantos jubilosos. R.

 

 

 

Dios nos ha elegido en Cristo, antes de la creación del mundo

 

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo

a los cristianos de Éfeso

1, 3 -6. 11-12

 

Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo,

que nos ha bendecido en Cristo

con toda clase de bienes espirituales en el cielo,

y nos ha elegido en Él, antes de la creación del mundo,

para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia,

por el amor.

 

Él nos predestinó a ser sus hijos adoptivos

por medio de Jesucristo,

conforme al beneplácito de su voluntad,

para alabanza de la gloria de su gracia,

que nos dio en su Hijo muy querido.

 

En Él hemos sido constituidos herederos,

y destinados de antemano

-según el previo designio

del que realiza todas las cosas conforme a su voluntad-

a ser aquéllos que han puesto su esperanza en Cristo,

para alabanza de su gloria.

 

Palabra de Dios.

 

 

 

EVANGELIO

 

¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo

 

X   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

1, 26-38

 

El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.

El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo».

Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.

Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido., Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; El será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin».

María dijo al Ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relación con ningún hombre?»

El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios».

María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra».

Y el Ángel se alejó.

 

Palabra del Señor. 

Reflexión

 

LA INMACULADA, PATRONA DE ESPAÑA

1. Purísima había de ser. Era necesario, y así lo quiso Dios, que el vientre en el que se iba a encarnar para hacerse hombre fuera un vientre puro, casto, inmaculado. Así reza el prefacio de la Misa de hoy: “Purísima tenía que ser, Señor, la Virgen que nos diera al Cordero inocente que quita el pecado del mundo”. Esto es lo que celebramos en la solemnidad de hoy, que María, una criatura como nosotros, fue preservada del pecado original. En la primera lectura de este día escuchamos el relato del libro del Génesis que nos narra el pecado de nuestros primeros padres. Fue una desobediencia a Dios por parte de Adán y Eva, que no conformándose con ser humanos quisieron ser “como Dios”. Engañados por el Tentador, comieron del fruto que Dios les había prohibido. Pero Dios no se conformó con la desobediencia del ser humano y, por ello, quiso hacerse hombre, uno más como nosotros, para librarnos del pecado. Si por la desobediencia de una mujer, Eva, entró el pecado en el mundo, por la obediencia de otra Mujer, María, entró en el mundo el Salvador, Jesucristo, Dios que bajó a la tierra hecho hombre, como celebraremos en la Navidad. Y así, el seno inmaculado de María, sin mancha de pecado original, trajo al mundo a Dios mismo que deseaba hacerse hombre para salvar al hombre.

2. María, causa de nuestra esperanza. En María vemos cumplidas las promesas de Dios. En la segunda lectura de hoy, que es la segunda lectura que corresponde al segundo domingo de Adviento, escuchamos cómo san Pablo recuerda a los romanos que Dios siempre cumple sus promesas, y esa es nuestra esperanza. La promesa de un Mesías Salvador se cumple en el seno inmaculado de María. Al mirar hoy a María, en este tiempo de Adviento, nuestro corazón se llena de esperanza. Dios no nos abandona nunca. Él es fiel. Por ello, como María, también nosotros hemos de poner nuestra confianza en la palabra de Dios. Ella acogió con corazón sencillo y humilde la palabra de Dios, como hemos escuchado en el Evangelio: “Hágase en mí según tu palabra”. La fiesta de hoy es una invitación para cada uno de nosotros a cumplir siempre lo que Dios quiere de nosotros, a poner nuestra vida en sus manos. Así, Dios podrá cumplir en nosotros sus promesas. Y como María, que fue concebida sin pecado original, goza ya de la eterna bienaventuranza del cielo, también nosotros, con Ella, podremos un día alcanzar aquello que Dios nos ha prometido.

3. María, mujer del Adviento. El tiempo de Adviento en el que nos encontramos es sin duda el tiempo de la esperanza. Nos preparamos con gozo a la celebración del nacimiento del Niño Dios, y reavivamos también la espera de la venida de Cristo, que volverá triunfante, para llevarnos con Él a la gloria del cielo, conde estaremos para siempre junto a María, la llena de gracia. Por esto, este tiempo de Adviento, esperamos junto a María. Ella nos acompaña en este camino del Adviento. Con Ella esperamos el nacimiento de su Hijo. Con Ella preparamos la venida del Señor. Con ella nos mantenemos en vela.

Que María, la Virgen Inmaculada, interceda por cada uno de nosotros. Ella acogió la palabra de Dios, pues sabía que Él siempre cumple sus promesas. Con Ella también nosotros esperamos el cumplimiento de la palabra de Dios en nosotros. Sin miedos, sin tristezas, miramos a María y le pedimos que nos acompañe y que interceda por cada uno de nosotros. Con Ella repetimos a Dios llenos de confianza: “Hágase en mí según tu palabra”.

 

Francisco Javier Colomina Campos

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SIN PECADO CONCEBIDA

1.- El Espíritu Santo vendrá sobre ti. La Virgen María fue purísima, santa, desde el primer momento de su concepción en el vientre de su madre, santa Ana. Cuando el Papa Pío Nono, en su Bula Ineffabilis Deus, declara que la Virgen María fue preservada inmune de toda culpa original lo que realmente está diciendo es que la Virgen María fue una criatura humana llena de Gracia, purísima, desde el momento mismo de su concepción hasta el momento mismo de su muerte. No quiere decir que la Virgen María fuera concebida de manera distinta a como somos concebidas las demás personas; lo que dice es que, en previsión de los méritos de Cristo Jesús, la gracia de Dios hizo que en la persona de María no habitara nunca el pecado. María, por sí misma, fue una criatura humana limitada y frágil que tuvo que luchar contra las tentaciones e invocar cada día la gracia de Dios para poder vencerlas. Fue la gracia de Dios la que, derramándose totalmente y desde el primer momento en el ser de María, hizo que María fuera una criatura inmaculada desde el momento mismo de su concepción. Nosotros, mientras vivimos, podemos tratar de imitar a María, pidiéndole a Dios que no nos falte nunca su gracia para superar las tentaciones de cada día, como María las superó. Reconociendo nuestra debilidad y nuestra natural inclinación al pecado le pediremos a Dios, con humildad, que mire nuestra humillación y nos libre de todo pecado. Así podremos cantar, como María, el cántico del Magnificat, proclamando, también en nosotros, las grandezas del Señor.

2.- Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. Estamos celebrando esta fiesta de la Inmaculada el mismo día del segundo domingo de adviento. No es difícil en este tiempo imaginar a María como una mujer alegre en la esperanza. María está alegre porque espera, con esperanza activa, que Dios nazca en su vida y en la vida de todas las personas que ama. Dios ha querido hacerse carne en su vientre y María está alegre porque sabe que, por medio de ella, Dios quiere nacer y crecer en el corazón de todos los creyentes. María está alegre porque sabe que la gracia de Dios le ha permitido a ella ser colaboradora del Dios que, por amor, ha venido a salvarnos y a redimirnos a todos. En este día mariano del adviento vamos a pedirle a Dios que se encarne y crezca cada día un poco más dentro de nuestro corazón, para que así podamos celebrar la Navidad con el corazón henchido de Dios.

3.- La serpiente me engañó y comí. Por lo visto, la serpiente era un ser astuto para nuestros antiguos padres en la fe: sed astutos como serpientes y cándidos como palomas. Pero la verdad es que, a la hora de disculparnos, todos tenemos dentro múltiples serpientes. Inventamos cualquier disculpa para justificar nuestros fallos y pecados y casi siempre pretendemos atribuir a los demás los fallos que nosotros cometemos. La razón más profunda está en nuestro orgullo y en nuestra vanidad. Jugamos a ser como dioses y a construir torres de Babel y, cuando fracasamos, echamos la culpa a los demás. Adán y Eva, ¡pobrecitos!, quisieron liberarse de la autoridad, del saber y del poder de Dios, en un intento de ser ellos sus propios dioses. Y, cuando se vieron desnudos, frágiles y desamparados, temieron el ruido y la presencia de Dios y se escondieron. Pero la vista de Dios les alcanzó y no supieron cómo disculparse. Es peligroso jugar a ser Dios, porque como la rana que quería ser elefante, corremos el peligro de explotar y de convertirnos en nada.

 

Gabriel González del Estal

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LA MUJER DE LA ESPERA CONFIADA

1.- Disponibilidad de María. María es la figura principal del Adviento. Preparó su morada para la llegada del Salvador. Y esto fue así gracias a su disponibilidad para hacer la voluntad de Dios. En este segundo domingo de Adviento celebramos a María porque ella nos ayuda a preparar también nuestro camino interior para recibir a Jesucristo en nuestro corazón. Cuando el Señor Dios llamó Adán, empezó la historia de la salvación. El relato del Génesis es dramático, pero nos abre a la esperanza. Si el Señor nos habla, es garantía de salvación. El pecado está en el hombre. El pecado no fue un simple “error gastronómico”, sino una ambición desmesurada, un deseo de igualarse a Dios y vivir con total autonomía. Y el pecado no fue solamente de un tal Adán y una tal Eva, que no eran nadie, sino del “hombre” y “la madre de los vivientes”, que son contemporáneos de todos los tiempos. Cuando Dios interviene, el hombre toma conciencia de sus heridas, pero también por primera vez se abre a la esperanza. En la lucha contra el mal una nueva mujer con su hijo saldrá victoriosa y repartirá entre todos los frutos de la victoria. María es la mujer que esperó siempre en Dios, que volcó en El su corazón, que dio testimonio de su fe y que entregó su vida a la causa de Dios. Ella lo llevó en su seno, también nosotros en cierto modo debemos acogerlo en nuestro interior. ¿Quién mejor que ella puede enseñarnos a esperar con confianza y alegría?

2.- El camino de la verdadera transformación comienza por la acogida del hermano. Las Escrituras han dado testimonio de la humildad de Jesús. Por eso Pablo nos habla en la Carta a los Romanos sobre el modo de mantener la esperanza: sin violencias, con entereza, pero con suavidad. Así, toda actitud de autodefensa o de apoyo exterior complementario queda sin sentido ante el ejemplo desconcertante de Jesús. El cristiano no puede tolerar las cosas injustas. Pero sabe que, en la actuación de Dios, que se hace débil con el débil, hay una paciencia desconcertante. La problemática de la comunidad de Roma era bien precisa: cristianos judíos y cristianos paganos disentían hasta el punto de hacer peligrar la unidad de la comunidad de fe. Pero Pablo no pide a sus lectores el renunciar a su diversidad de opinión, sino que pide que cada uno intente complacer a su prójimo, que cada uno busque crear para el otro un ambiente donde aquél pueda ser hombre en toda profundidad. La gloria de Dios es el fin de la obra de Cristo, como de la obra cristiana personal y comunitaria. Pero esta gloria de Dios puede traducirse a un lenguaje más casero: la capacidad de acogida. Por su parte, Cristo acoge a los que se hallaban en continuo pecado. Pablo viene a decir a los cristianos de Roma que se acojan mutuamente. En este punto de conversión al hermano, desde la acogida, el cristiano marcha por el camino de la verdadera conversión.

3.- Madre Inmaculada. María, aquella muchacha de Nazaret, confió en el Señor Por eso está “llena de gracia", que significa "llena del favor de Dios". La Inmaculada, la que nunca estuvo sujeta a la esclavitud del pecado, fue objeto de todas las complacencias divinas. Pero también fue la mujer más libre y responsable, sin condicionamientos de un mal pasado, capaz de asumir una función especialísima en la historia de nuestra salvación. Su maternidad fue efectivamente responsable, fue madre porque quiso serlo. María acogió al Mesías deseado por todo el pueblo y soñado por todas las mujeres de Israel. En ella llega a su culminación la esperanza de todos los hombres y mujeres del mundo. María no puede estar lejos de la mente y del corazón del cristiano, especialmente durante el tiempo de Adviento. La fiesta de la Inmaculada, al comienzo de este tiempo es un estímulo para nuestra "espera confiada". ¿Quién mejor que ella, que lo llevó en su seno, pudo esperar su venida? Ella, la Madre concebida sin pecado, nos invita a arrepentirnos, a desechar el mal y a hacer el bien para preparar el camino al Emmanuel. María tiene una misión importante en la Iglesia porque es Madre y modelo de la Iglesia. Nuestra devoción a María debe llevarnos a su Hijo Jesucristo: "Haced lo que Él os diga". Todo lo que tiene, todo lo que es María le viene de Cristo. María es la primera cristiana, toda cristiana, hecha enteramente para Cristo. Por eso es la mujer del futuro, la humanidad del futuro, la nueva humanidad que siempre hemos soñado y que Dios mismo soñó. Pero esto sólo será posible si vivimos cerca de Dios, confiados y seducidos por su Amor, como María. Entonces reinará en todo el mundo otra vez la armonía y la paz.

 

José María Martín OSA

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EN PENSAMIENTO, PALABRA Y OBRA

1. Si alguna representación atractiva nos trae a la memoria cualquier pinacoteca mariana, es precisamente la de la Inmaculada Concepción. La piedad popular, adelantándose a la decisión oficial, intuyó y creyó desde siglos antes que, María, era una criatura privilegiada. Una mujer sin mancha. Aquella que, brindándose generosamente y en cheque blanco para Dios, permaneció pura, radiante, bella ¡Cuántos piropos podríamos expresarle en este día! Entre todos, el mejor, el Misterio que celebramos en este 8 de diciembre: ¡Inmaculada! ¡Sí; Madre! ¡Tú fuiste, eres y serás Inmaculada en pensamiento (todo era para Dios), palabra (todo venía de Dios) y obra (toda volcada para Dios)!

2.- Ante tal Misterio, embelesados por tal beldad y enigma, asentimos e inclinamos no solamente nuestra cabeza, sino que observamos en todo ese Misterio la mano de Dios, su poder, su gracia y –sobre todo– ciertas cualidades, internas y externas, que lograron cautivar el corazón y el amor de Dios: la sencillez de la Virgen, su obediencia y docilidad, su transparencia y su fe, su alegría junto a su confianza, fueron determinantes para que Dios clavase sus ojos en Ella. ¿Inmaculada? ¡Por supuesto! ¡Mil veces Inmaculada! ¡Por siempre y para siempre, Inmaculada! Dios, así la quiso y, el pueblo creyente, así lo vivimos, cantamos, festejamos y celebramos: ¡PURISIMA!

Ella, en medio del Adviento, da color y calor como nadie a este tiempo de esperanza. Es una mujer que con su “sí”, la noche de Belén nos pregonará una gran noticia: la salvación tiene un rostro, Jesús. Es la Señora que, abriéndose gratuitamente para Dios, hará posible que Jesús ilumine la oscuridad del mundo; que Jesús nos traiga el amor inmenso de Dios; que Jesús sea amado y seguido por todos nosotros.

- ¡Bendita sea la Inmaculada Concepción de María! Ante un mundo excesivamente picante y libertino, María, refleja la contracorriente de todo ello. Es posible pensar en limpio; es posible creer en el amor sin farsa; es posible creer en Dios, sin exigir nada a cambio; es posible mirar sin desear con segundas o terceras intenciones; es posible fiarse sin dudar; es posible ser libre, sin esclavizarnos ante nada ni ante nadie.

- ¡Bendita sea la Inmaculada Concepción! Sin Ella, y no es ningún dislate, no hubiera existido aquel primer adviento ni la esperanza para los hombres y mujeres que aguardaban la llegada del Señor. Sin Ella, aquel deseado adviento, hubiera tardado ¡quién sabe cuánto! en llamar a las puertas de los que querían y anhelaban la presencia de Dios en el mundo.

Pero, con María, con su ser inmaculado, todo se tiñe con el esplendor de la esperanza, la oración y el vigor de la fe. Si el Adviento es esperanza, María, es surtidor del que gustamos en vaso limpio y cristalino lo que estamos llamados a vivir en la próxima Navidad: al mismo Dios.

4. Es imposible, y no lo olvidemos, disociar o desviar a María de los próximos días que vamos a celebrar. El adviento es el mes de María por excelencia. No será el mes de las flores, pero qué duda cabe, son horas en las que los ojos de todos sus hijos se clavan en Ella. ¿Por qué? Entre otras cosas porque ha sido la “tocada” por Dios. La enamorada del Padre. La elegida, desde hace muchos siglos, para ser morada de Dios en la tierra.

*Porque Ella ha sido bendecida con toda la perfección, es motivo para ser admirada.

*Porque Ella ha sido colmada y llena toda la gracia de Dios, es motivo para ser querida y ensalzada

*Porque Ella ha sido llena del Espíritu Santo, es motivo para ser reverenciada

3.- Sí; amigos. ¡Inmaculada! Nos acompaña en medio de nuestras flaquezas y fragilidades. Es un espejo en el que nos podemos mirar para reparar nuestro hoy, y buscar un mañana mejor. Por ello mismo, la Inmaculada, nos sigue cautivando. Despierta en nosotros admiración y un deseo de superarnos a nosotros mismos para llegar hasta Dios. En medio de nuestro barro y mediocridades, María, surge como el amor irreprochable; como la solidez de una fe inquebrantable hacia el Padre; como un camino sembrado de vida y de verdad; como un lienzo que no conoce sino los trazos pensados y dibujados por Dios.

Hermanos. Se acerca la Navidad. Al pesebre hay que entrar humildemente. En el portal hay que arrodillarse con fe. A Belén se va con la atracción del amor de un Dios que nos trae felicidad para todos.

De María, es difícil imitar su ser Inmaculado, su fortaleza, su valentía, su entregarse hasta el final. Que por lo menos, en estos días de Adviento, la calquemos siendo hombres y mujeres de esperanza. Dejando que el corazón, se llene de un inmenso amor –como el de Ella- para volcarlo ante el Misterio de Dios en Navidad.

Porque, sin María, no hay Adviento ni esperanza; pero con María, toda la vida es un permanente Adviento. Con Ella, nos viene el que nos hace falta para levantarnos y seguir apostando por un mundo desde Dios: JESÚS. ¿Seremos capaces de intentar ser un poco más cristianos en pensamientos, palabras y obras…al estilo de María?

¡Felicidades, Inmaculada!

 

Javier Leoz

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