¡Alégrate, el Señor está contigo!

 

EVANGELIO DEL DÍA

Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68

 

     

 

Domingo, 5 de noviembre de 2023
DOMINGO 31° DURANTE EL AÑO

Malaquías 1, 14b—2, 26. 8-10 / 1 Tesalonicenses 1, 5b; 2, 7b-9. 13

/ Mateo 23, 1-12

Salmo Responsorial Sal 130, 1-3

R/.  "Señor, guarda mi alma en la paz junto a ti"

 

Santoral:

San Zacarías y Santa Isabel, San Celestino,

San Bertila, Beato Guido Ma. Conforti,

Beata Ángela de la Cruz y Beata María Rafols

 

 

LECTURAS DEL DOMINGO 5 DE NOVIEMBRE DE 2023

 

DOMINGO 31° DURANTE EL AÑO

 

 

Ustedes se han desviado del camino 

y han hecho tropezar a muchos con su doctrina

 

Lectura de la profecía de Malaquías

1, 14b—2. 2b. 8-10

 

Yo soy un gran Rey, dice el Señor de los ejércitos,

y mi nombre es temible entre las naciones.

¡Y ahora, para ustedes es esta advertencia, sacerdotes!

Si no escuchan

y no se deciden a dar Gloria a mi Nombre,

dice el Señor de los ejércitos,

Yo enviaré sobre ustedes la maldición.

Ustedes se han desviando del camino,

han hecho tropezar a muchos con su doctrina,

han pervertido la alianza de Leví,

dice el Señor de los ejércitos.

Por eso Yo los he hecho despreciables

y viles para todo el pueblo,

porque ustedes no siguen mis caminos

y hacen acepción de personas

al aplicar la Ley.

 

¿No tenemos todos un solo Padre?

¿No nos ha creado un solo Dios?

¿Porqué nos traicionamos unos a otros,

profanando así la alianza de nuestros padres?

 

Palabra de Dios.

 

 

SALMO RESPONSORIAL                                             130, 1-3

 

R.    Señor, guarda mi alma en la paz junto a ti.

 

Mi corazón no se ha enorgullecido, Señor,

ni mis ojos se han vuelto altaneros.

No he pretendido grandes cosas

ni he tenido aspiraciones desmedidas.  R.

 

No, yo aplaco y modero mis deseos:

como un niño tranquilo

en brazos de su madre,

así está mi alma dentro de mí.  R.

 

Espere Israel en el Señor,

desde ahora y para siempre.  R.

 

 

 

Deseábamos entregarles,

no solamente el Evangelio de Dios,

sino también nuestra propia vida

 

 

Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo

a los cristianos de Tesalónica

1, 5b; 2, 7b-9. 13

 

Hermanos:

Ya saben cómo procedimos cuando estuvimos allí al servicio de ustedes. Fuimos tan condescendientes con ustedes, como una madre que alimenta y cuida a sus hijos. Sentíamos por ustedes tanto afecto, que deseábamos entregarles, no solamente la Buena Noticia de Dios, sino también nuestra propia vida: tan queridos llegaron a sernos.

Recuerden, hermanos, nuestro trabajo y nuestra fatiga: cuando les predicábamos la Buena Noticia de Dios, trabajábamos día: y noche para no serles una carga.

Nosotros, por nuestra parte, no cesamos de dar gracias a Dios, porque cuando recibieron la Palabra que les predicamos, ustedes la aceptaron no como palabra humana, sino como lo que es realmente, como Palabra de Dios, que actúa en ustedes, los que creen.

 

Palabra de Dios.

 

 

 

EVANGELIO

 

No hacen lo que dicen

 

 X    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Mateo

23, 1-12

 

Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:

Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.

Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar "mi maestro" por la gente.

En cuanto a ustedes, no se hagan llamar "maestro", porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen "padre", porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco "doctores", porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.

El mayor entre ustedes será el que los sirve, porque el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado.

 

Palabra del Señor.

 

Reflexión

 

 

SEAMOS COHERENTES EN EL PENSAR, EN EL HABLAR Y EN EL OBRAR

1.- En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y fariseos: haced y cumplid lo que os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen… todo lo hacen es para que los vea la gente. La hipocresía es uno de los vicios que menos perdona la gente. Si uno hace algo mal y lo reconoce, e intenta corregirse, la gente siempre está dispuesta a perdonarle, pero si uno es hipócrita y hace lo contrario de lo que dice, la gente lo lleva muy mal. Esto es aplicable, sobre todo, a los que tienen algún cargo público, y también en la relación de cada uno de nosotros con los amigos y más conocidos. La humildad siempre atrae, la soberbia y la hipocresía nos apartan de los demás. Jesús les recomienda siempre a sus discípulos la humildad en el trato con los demás, no queriendo reconocer más títulos que el de hermano y servidor del prójimo. La frase última de este relato evangélico, según san Mateo, resume muy bien todo su pensamiento: el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado. Así lo practicó siempre su madre, María, como nos dice en el “Magnificat” y así lo hizo el mismo Jesús que, siendo de condición divina se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo pasando por uno de tantos, como nos dice san Pablo. Todos nosotros, empujados por nuestro egoísmo, tendemos a ser dominadores y jefes, antes que súbditos y hermanos, por eso debemos estar siempre en guardia con nosotros mismos, haciendo todos los días examen de conciencia sobre nuestra humildad y espíritu de servicio. Ser hipócritas es ser mentirosos y a nadie nos gusta que intenten engañarnos. Todos los verdaderos discípulos de Jesús, todos los verdaderos santos del cristianismo, han sido humildes y servidores de los demás. Si queremos nosotros ser verdaderos discípulos de nuestro único Maestro, seamos, pues, humildes, sencillos y servidores.

2.- Y ahora os toca a vosotros, sacerdotes: si no obedecéis y no os proponéis dar gloria a mi nombre –dice el Señor de los Ejércitos– os enviaré mi maldición. Os apartasteis del camino, habéis hecho tropezar a muchos en la ley… por no haber guardado mis caminos y porque os fijasteis en las personas al aplicar la ley. El profeta Malaquías habla a un pueblo judío que acababa de salir del destierro hacia su patria y que estaba reconstruyendo el templo de Jerusalén. Los sacerdotes desempeñaban un papel muy importante en la restauración del culto y de la religión judía. Pero no actuaban según los intereses de Dios, sino según sus propios intereses. Eran egoístas, peseteros, y atendían mejor al que mejor pagaba. Aunque los sacerdotes judíos del tiempo del profeta Malaquías tenían una función muy distinta de la que tenemos los sacerdotes de la Nueva Alianza, no estaría mal que este texto del profeta Malaquías  nos hiciera a nosotros examinar nuestra relación con Dios y con el prójimo. No nos perdonará Dios fácilmente que seamos egoístas, peseteros, aduladores de los ricos y poderosos, dejando en segundo o último lugar a los más pobres y marginados de la sociedad. La conducta de Jesús fue exactamente lo contrario: aunque quiso ser amigo de todos, mostró una especial predilección por los más pobres, frágiles y últimos de la sociedad. Procuremos nosotros, los sacerdotes de la Iglesia Católica, imitar a nuestro Maestro, Jesús, y no a los sacerdotes de la Antigua Alianza. Y lo que digo de los sacerdotes, se puede decir también de todos los fieles de la Iglesia Católica. Pidamos todos a Dios, con palabras del salmo 130: Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor. Mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros.

3.- Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos… deseábamos entregaros no solo el evangelio, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor. El ejemplo de Pablo debe servirnos especialmente a todos los sacerdotes de nuestra Iglesia, siendo generosos y amando cordialmente a todos los fieles con los que tenemos alguna relación pastoral. También el ejemplo de Pablo debe servir a los todos fieles de nuestra Iglesia, correspondiendo amorosamente a los trabajos de los sacerdotes. Los laicos son una parte necesaria e imprescindible de la Iglesia de Jesús, puesto que los laicos con sus pastores deben formar una única comunidad cristiana cuyo único Señor y Pastor supremo es nuestro Señor Jesucristo.

 

Gabriel González del Estal

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PREDICAR CON EL EJEMPLO

1.- La fidelidad a Dios. Malaquías recuerda al pueblo de Israel que Dios es Creador y Padre. Es el autor de la Alianza en el Sinaí, por la que el pueblo llegó a ser una comunidad religiosa, cuyos miembros deben tratarse como hermanos. La fidelidad a Dios es el fundamento del respeto y el amor entre los israelitas. Sin embargo, a pesar de la experiencia del exilio y tras la reconstrucción del Templo, los sacerdotes son cómplices de la explotación del hombre por el hombre, la arbitrariedad y la injusticia. Esto una profanación de la Alianza y lleva consigo el desprestigio de quienes debieran respetarla en primer lugar.

2.- Evangelizar por amor, no por interés económico. Pablo da gracias a Dios por la fe de los Tesalonicenses y la acogida que le dispensaron. El les recuerda el cariño que puso en su evangelización. En vez de darse importancia y hacer valer su autoridad, incluso para vivir a expensas de los tesalonicenses, ha preferido tratarles con el amor y la solicitud de una madre que se desvive por sus hijos. Aunque Pablo defiende el derecho de los apóstoles a vivir de la predicación evangélica, él mismo y sus cooperadores renunciaron siempre a ser mantenidos por los recién convertidos al Evangelio. Su predicación quedaba así a salvo de toda sospecha de lucro. Pablo acepta de buen grado las fatigas de un trabajo necesario para subsistir sin ser gravoso a los tesalonicenses.

3.- Vivir con humildad. Jesús dirige la palabra a los discípulos y al pueblo para denunciar la conducta de escribas y fariseos y prevenirlos de su mala influencia. San Mateo, inmediatamente después del presente relato, recoge la invectiva que pronuncia Jesús directamente contra los escribas y fariseos. En efecto, habían creado un fárrago legislativo en torno a la Ley para regularla hasta los más mínimos detalles. Esto constituía una carga insoportable que ni ellos mismos cumplían. Jesús denuncia la hipocresía de estos "maestros" que no ayudan en absoluto a llevar la carga que imponen a los demás indebidamente, y contrapone a esa carga innecesaria el "yugo suave y la carga ligera" del Evangelio. Se hacían llamar "rabí", es decir, "maestro mío"; un título que llegó a conferirse solemnemente. También se hacían llamar "padre" y "preceptores". Jesús critica todo ese interés en encumbrarse sobre los demás, pues uno es nuestro Padre y, todos, nuestros hermanos. La crítica de Jesús a letrados y fariseos alcanza literalmente a todo clericalismo, también de nuestros días, pues hoy podemos caer en lo mismo que Jesús critica.

4.- “Haz lo que te digo”. Si quiero ser discípulo de Jesucristo, si quiero seguirle y que le sigan los demás, he de dar primero buen ejemplo. ¿Cómo voy a explicar a los demás que el trabajo y el estudio son medios de santificación, si luego no tengo prestigio profesional, si hago las cosas de cualquier manera, o me conformo con cumplir los mínimos o ir aprobando? Y no sólo en el trabajo, sino también en mi relación con los demás, en el uso de los bienes materiales, en las diversiones, en el descanso, en las dificultades, etc. San Agustín nos aconseja: “Cualquiera que sea yo, atiende a lo que se dice no por quién se dice... Si hablo cosas buenas y las hago imítame; si no hago lo que digo, tienes el consejo del Señor: haz lo que digo, no hagas lo que hago, pero no te apartes de la cátedra católica”.

 

José María Martín OSA

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¿CÓMO LLEVAMOS LO QUE CREEMOS?

Proponer, sin desmayo ni fisuras, las grandes verdades de la fe cristiana ha de ser el alma, la pasión y el cometido de los pequeños y grandes heraldos del Evangelio. Encubrir, ésta o aquella parte, porque puede resultar hiriente o escandalosa para una realidad acostumbrada a la comodidad se nos puede volver en contra: “ellos no hacen lo que dicen”.

1.- Seguimos avanzando en el Año Litúrgico y meditando con la Palabra de Dios. Atrás han quedado los domingos donde Jesús polemizaba con los representantes judíos. Hoy, a nosotros, nos sigue preguntando: ¿Qué hacéis con vuestra fe? ¿Cumplís lo que escucháis todos los domingos? ¿Lleváis a la práctica aquella fe que recibisteis en el día de vuestro Bautismo? ¿Tenéis miedo a mostraros tal y como sois? ¿Cómo lo lleváis?

Un riesgo al escuchar el Evangelio de este día, y también la primera lectura, es pensar exclusivamente en los agentes de pastoral que nos movemos en primera línea (Papa, obispos, sacerdotes, teólogos, catequistas, cofradías……) y llegar a la conclusión siguiente: es verdad. No hacen lo que predican. No llevan a cabo lo que piensan. No demuestran con sus obras lo que enseñan. No se refleja en sus actitudes la devoción que profesan…

No nos podemos apear en esa estación. Hay que dar un paso más. Nuestra fe no está sustentada en el plano personal de esos agentes. Nosotros no creemos en ellos, no creéis en nosotros, sino en aquello que os presentamos: Jesucristo, muerto y resucitado, es salvación de toda la humanidad. Un Jesús que propugna para todos, y es bueno señalar “para todos” un mínimo de coherencia: a palabra dicha (o escuchada) obra realizada.

2.- Vivimos en una sociedad donde prima muchísimo la buena imagen. No hace mucho tiempo salía una encuesta en la que, se nos decía, que la Iglesia no despierta, en España por lo menos, confianza social. Y, ante esta realidad, surgen algunos interrogantes. ¿Cómo puede ser que, aquella Institución que realiza la más extraordinaria obra social y caritativa con Cáritas o Manos Unidas al frente, reciba este fiasco? ¿Será que no sabemos vender o publicitar la inmensa labor evangelizadora que realizan los cristianos en medio de una sociedad en crisis económica y moral?

En absoluto. Con el Evangelio en la mano, y también teniendo como telón de fondo las dos lecturas de hoy, la Iglesia no está para conquistar ni buena ni mala imagen. Su labor misionera (dar a conocer el depósito de la fe) no puede estar supeditada a encuestas o aplausos, a críticas o alabanzas, homenajes o reconocimientos. Su cometido muchas veces es ir (aparentemente por lo menos) contra corriente; recordar la dignidad de las personas por encima de elementos pragmáticos; el derecho a la vida como derecho primario o el peligro de ejercer una autoridad absoluta en contra del propio ciudadano.

3.- La Iglesia, y porque está respaldada en el mismo Jesucristo, no puede vivir pendiente del “qué dirán”. En todo caso, todos nosotros, tendremos que preguntarnos una y otra vez si –aquello que escuchamos y decimos lo llevamos hasta las últimas consecuencias; aun a riesgo de no ser bien recibidos o tratados; aun a costa de ser colocados en los últimos puestos en “encuestas bien cocinadas”; aun al precio de ser considerados como freno de una sociedad que quiere todo a costa del sacrificio de algunos.

Es bueno recordar, y no lo olvidemos, que la Iglesia está para servir pero con los parámetros del evangelio y no para asistir como simple y cómoda espectadora a un mundo en el que se aplaude y se valora el camino fácil; donde todo vale o se enaltece la mediocridad en detrimento de la perfección personal o colectiva.

¿Que no somos apreciados como cristianos? Miremos a la cruz, a Jesús, a los discípulos…..y tendremos una clara respuesta: tampoco ellos fueron comprendidos. ¡Y fueron grandes…ante los ojos de Dios! ¿Cómo lo llevamos?

 

Javier Leoz

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